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Hoy, 17 de octubre, es el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, una fecha proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1992. Su propósito es crear conciencia sobre la necesidad urgente de erradicar la pobreza y la exclusión social en todo el mundo, y reconocer los esfuerzos y luchas de las personas que viven en situación de pobreza.
Este día también tiene sus orígenes en un evento celebrado el 17 de octubre de 1987, cuando miles de personas se reunieron en la Plaza del Trocadero en París, Francia, para honrar a las víctimas de la pobreza extrema, la violencia y el hambre. La piedra conmemorativa que se inauguró ese día tiene inscrita una declaración que resalta la importancia de la solidaridad con las personas más desfavorecidas y oprimidas.
En esta jornada, se hace un llamado a los gobiernos, instituciones y a la sociedad civil para trabajar de manera conjunta en la creación de un mundo más justo, con el objetivo de reducir las desigualdades y asegurar un desarrollo sostenible que no deje a nadie atrás.
Porque erradicar la pobreza es esencial para proteger la dignidad humana. Nadie debería ser privado de sus necesidades básicas, como alimentos, agua potable, vivienda, educación, atención médica… Acabar con la pobreza garantiza que todas las personas puedan vivir con dignidad y respeto. La pobreza perpetúa desigualdades estructurales que afectan de manera desproporcionada a mujeres, infancia, minorías étnicas y otras poblaciones vulnerables. Al combatir la pobreza, contribuimos a crear sociedades más equitativas y justas para todos/as, sin importar el origen o el estatus económico.
Algunas cifras
En 2023, se estima que 1.1 mil millones de personas en 110 países viven en pobreza multidimensional, lo que significa que enfrentan múltiples privaciones en áreas clave como salud, educación y nivel de vida. De este grupo, 534 millones viven en África subsahariana y 389 millones en Asia del Sur. Esta forma de pobreza afecta más gravemente a la infancia: 566 millones de personas pobres tienen menos de 18 años, con una tasa de pobreza infantil del 27.7%, comparada con el 13.4% en personas adultas. Además, la pobreza sigue siendo predominantemente rural, con el 84% de las personas pobres viviendo en áreas rurales.
La pobreza afecta a las mujeres de manera desproporcionada en todo el mundo, profundizando las desigualdades de género y limitando su acceso a derechos y oportunidades. Según la ONU, las mujeres y las niñas enfrentan mayores riesgos de caer en la pobreza debido a la discriminación de género en el acceso a empleos, salarios más bajos, y falta de protección social adecuada.
El papel de la cooperación internacional municipalista
La cooperación internacional municipalista es una herramienta clave en la lucha contra la pobreza a nivel global. Implica la colaboración entre gobiernos, organizaciones internacionales, entidades locales, etc. para implementar políticas y programas que promuevan el desarrollo sostenible y reduzcan las desigualdades.
La Agenda 2030 de las Naciones Unidas, con sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), se centra en la erradicación de la pobreza en todas sus formas para 2030. Los ODS abordan áreas clave como la educación, la igualdad de género, la sanidad, el acceso al agua potable, el trabajo decente y el crecimiento económico, todas ellas áreas fundamentales para combatir la pobreza de manera integral y donde el municipalismo tiene un papel destacado.
Fortalecimiento de capacidades
La cooperación municipalista se centra, entre otras, en el fortalecimiento institucional y de capacidades. Esto implica el intercambio, la formación y capacitación de gobiernos y comunidades locales para mejorar la gobernanza, la creación de políticas inclusivas y la administración de recursos, garantizando que las soluciones a la pobreza sean sostenibles a largo plazo.
Así mismo tiene muy presente la feminización de la pobreza. La pobreza afecta a las mujeres de manera desproporcionada en todo el mundo, profundizando las desigualdades de género y limitando su acceso a derechos y oportunidades. Las políticas de cooperación internacional feminista reconocen, cada vez más, la importancia de empoderar a las mujeres como parte esencial para reducir la pobreza. Programas dedicados a la educación de niñas, acceso a servicios de salud sexual y salud reproductiva, y la inclusión financiera de mujeres son fundamentales para romper el ciclo de la pobreza intergeneracional.
Desde la cooperación internacional municipalista se aborda la pobreza desde múltiples frentes, combinando ayuda financiera, fortalecimiento de capacidades, apoyo tecnológico, gobernanza y políticas de inclusión. El enfoque integral y colaborativo es esencial para lograr un desarrollo equitativo y sostenible que beneficie a las personas más vulnerables de nuestro planeta y por ende que permita seguir avanzando en la protección, la defensa y la garantía de los derechos humanos.